LA DURA REALIDAD DE LA INFORMALIDAD LABORAL EN EL DEPORTE

(Por elciudadanoweb.com). Una cruda realidad que apunta al básquetbol pero que puede utilizarse en casi todas las actividades.

Pocas cosas pueden generar mayor angustia o desesperación que perder un trabajo, su fuente de ingresos, su forma habitual de “ganarse la vida” y abastecer a una familia, a la gente que confía y necesita. En el mundo del deporte son muchos los que están sufriendo esta realidad, jugadores, entrenadores, árbitros, utileros, planilleros. Están en un limbo profesional o semiprofesional, sin espacio para protestar, sufriendo los coletazos de la informalidad laboral de la que nadie es culpable directo, pero de la que es imposible soslayarse.
El mundo del deporte ofrece diferentes realidades, algunas que están a la vista y otras que sólo conocen aquellos que tratan con los protagonistas día a día, que siguen sus vidas fuera del estricto contacto con la disciplina de turno.
En la vidriera de las discusiones están los posibles regresos a la actividad del básquet profesional, los contratos para jugar en el exterior, los acuerdos con la Asociación de Jugadores para cumplir con lo pactado en las campañas finalizadas. La incertidumbre sobre lo que vendrá y las dificultades para cobrar todo lo acordado son quizás los mayores problemas que atañen a las categorías superiores.
Pero claro, desde el Torneo Federal para abajo, en los certámenes regionales, provinciales o locales, el grado de desprolijidad e informalidad económica es enorme e imposible de resolver, lo que genera un círculo vicioso del que se sale con un gran golpe de fortuna sumado al talento y al esfuerzo.
Aunque no salga en los diarios ni se hable de ello en los medios, la inmensa mayoría de los basquetbolistas locales perciben un salario por jugar. La palabra indicada sería viático, ya que en casi todos los casos no existe el contrato, sino que es un acuerdo de partes que se salda estrechando las manos (otra cosa que no se puede hacer) y que en la mayoría de las ocasiones se cumple. Las cifras varían según talento, apellido, y a veces centímetros. No es algo que esté mal, porque de otra manera a los clubes quizás se les hiciera imposible mantener una actividad que busca ser de jerarquía.
Pero la pandemia dejó en evidencia la situación, con jugadores que percibieron un porcentaje mucho menor de acordado, en algunos casos nada y en otros directamente se desvincularon de las instituciones.
Los entrenadores están en una situación parecida, aunque al ser muchos de ellos empleados de los clubes y puntales de los proyectos, mantuvieron la actividad online y en muchos casos pudieron recibir algo de lo pactado.
El caso de los árbitros es otro de los más notorios, ya que no sólo involucra a los jueces locales o provinciales, sino que a todos los que dirigen en las categorías superiores. Muchos dejaron sus otros trabajos para dedicarse de lleno a la actividad en el básquet y se vieron atrapados en una situación casi insostenible.
Para los que conservaron otras actividades significó una enorme pérdida en su habitual sustento, pero al menos tuvieron en dónde apoyarse.
Hoy son muchos los que reconocen que la situación de salud es lo prioritario y que ven todavía distante el regreso, por eso debieron reinventarse, mientras que otros resisten como pueden a la espera de poder acordar su vinculación a un equipo y retomar la actividad.
La rueda del fútbol vuelve a andar y su máquina económica también, pero los otros deportes esperan con más cautela y lógica precaución. Lo que no cambia es el agobio de muchos de sus protagonistas y actores secundarios.

NOTA DE LA REDACCIÓN DE DD
A esta muy buena nota de El Ciudadano (elciudadanoweb.com) podemos agregar varias cosas porque no sólo el básquetbol lo sufre sino también la mayoría de los otros deportes, principalmente de aquellos que juegan profesionalmente aunque sus ingresos estén lejos de ser cercanos a lo que en el mundo se conoce o se imagina como «un deportista profesional». Entrenan y juegan como profesionales pero, en nuestro país los deportistas pueden dividirse claramente en grupos: 1- Aquellos que ganan sueldos millonarios y no son muchos. 2- Los que ganan muy bien y 3- La gran mayoría que sufren el día a día, que muchas veces no llegan a fin de mes y que podrán ganar más o menos como cualquier empleado. Por eso, y sin hacer nombres, hemos sabido de deportistas que han debido recurrir a otros recursos o emprendimientos para seguir subsistiendo y recaudar algo para la familia. Venta de milanesas, trabajar de delivery, venta de productos dulces, cortar pasto a domicilio o lo que la inventiva le permitía, fueron los recursos para suplir la falta o disminución de sus ingresos.
Pero, el deportista no puede estar ajeno a una situación que es mundial y que, en un país en crisis, se agrava aún más. Perdieron las empresas, perdieron los negocios del rubro que quieran, perdieron los empleados informales y hasta algunos formales; perdieron los profes y hasta los empleados de clubes por lo que no es extraño que también pierdan los deportistas los que, hasta sería ilógico, que estén fuera de esta enorme malaria.
Ahora, qué cuestionar a los clubes, inmersos también en este enorme «parate» que ha tenido el mundo. Entran también en la lista de las empresas, comercios o todos aquellos que han perdido en este tiempo. El problema es de fondo y de larga data, lo que ha hecho este Covid-19 es dejarlo a la luz.