Valeria Zárate, la volante central de «Las Bohemias» dialogó con DD con conceptos tan claros como cuando juega.
La rama femenina del fútbol uruguayense ha crecido mucho, domina el ámbito provincial; cuenta con jugadoras de muy buen nivel y dos equipos que acaparan el ámbito local y se alternan para salir campeones. Uno de ellos es San Marcial, «Las Bohemias» que dirigen los hermanos Sosa y que cuenta con jugadoras destacadas, una de ellas es Valeria Zárate, la volante central que alguna vez comparamos con Fernando Redondo por su enorme técnica y de basar todo su juego en su pierna zurda.
Si alguna vez nos sorprendió en una cancha de fútbol por su juego; más nos sorprendió ahora por la claridad en sus conceptos, por la firmeza de sus respuestas sin escaparle a ninguna pregunta. Si jugando se parece a Redondo, a la hora de declarar es tan clara como Valdano, dos referentes del fútbol argentino.
Con Valeria, profesora de filosofía, amante de su San Marcial natal, muy unida al grupo de Las Bohemias, a la que le sobra cariño por los animales y tiene una mascota bastante singular, dialogó Deporte Digital en una nota que, realmente, vale la pena leer.
¿Dónde naciste?
Soy nacida y criada en Villa San Marcial, mi pueblo chiquito, calles de ripio y tierra, es cuna de la Bandera Agraria y donde se hace la Fiesta de la Alpargata, ya que tiene una trayectoria importantísima en la fabricación artesanal de las alpargatas de goma y yute. Estamos cerca del respetado río Gualeguay, conocido por nosotros como el ‘Raigón’, muchos momentos felices pasamos ahí.
¿Sos docente?
El paso por la congregación religiosa me dio la herramienta de la docencia, paso que disfruté y agradezco. Hoy me desempeño en varias escuelas de nivel secundaria en Concepción, como profesora de Filosofía, preceptora y parte del equipo de conducción.
De ‘ieia’ a ‘Sor’…
Apodos tengo varios, “ieia” me decían cuando era chica y amistades de la infancia me siguen llamando así; “Rusa, Patera” bautizada por un tío muy querido y unos de los últimos, puesto por mis amigas “Sor” por mi pasado religioso y por ser una santita.
Foto de una pasión. Jugando al fútbol vestida de ‘monjita’ bajo la lluvia.
¿Por qué comenzaste a jugar al fútbol? ¿Desde cuándo lo haces?
El fútbol fue y sigue siendo mi deporte preferido. Desde que era una gurisita chica siempre lo jugué. Todas mis tardes pasaban en un descampado, después de dormir un ratito la siesta (por miedo a la solapa y al chancletazo) jugando a la pelota. Era un grupo grande, donde muchas de las veces era la única mujer, y muchas otras se sumaba Maricel Lorenzón, amiga y compañera en Las Bohemias.
Lo que sé de fútbol, la raíz está ahí, en el “campo de Lico” era nuestro estadio, con arcos de palo, bajo un árbol de mora, horas y horas jugando. El final de cada partido siempre lo establecía el sol, que se escondía y nos escondía la pelota.
Una anécdota que me recuerda mi hermana (Daniela), es que en invierno, cuando hacía mucho frío, trataba de esquivarle a la ducha. Entonces, con autorización de mi mamá, era un día sí y uno no. Por ende no podía transpirar. Entonces trataba de no aparecer en el campito, si me veían, porque vivía a una cuadra, me pegaban el grito para que vaya: “Leia vení a jugar!!” y yo les decía: – “no, porque hoy no me toca bañarme” Igual, pocas veces respeté ese acuerdo.
Como muchas, tuve que sufrir la mentalidad que se encasilla en juegos, colores femeninos y masculinos y en la incapacidad de ver la realidad y vivirla como cada uno elige disfrutarla. Finalizando mi educación primaria, me fui alejando del fútbol, porque me pesaba mucho el que me llamaran “machona”, “marimacho” y como me angustiaba lo fui dejando. Claro que en mi pueblo no había equipo femenino ni torneos; entonces no existía la posibilidad de participar. Sólo jugábamos en la escuela, para las fiestas de estudiantes.
Finalicé mi secundario, luego ingresé a una congregación religiosa, por unos cuanto años, donde ahí si empecé a jugar con algunos grupo, atándome el velo y el hábito, lo disfrutaba.
Cuando salí de la congregación, y me ubiqué en esta ciudad, encontré un muy buen equipo de fútbol, Las Lobitas, dirigidas por Ariel Pintos, compartir varios años con gente que sabía de fútbol, fue un placer. Y fue como volver a retomar ese amor que había dejado.
Con «Tranque» su papá, tan apasionado al fútbol como Valeria.
¿Tu familia es muy futbolera?
Mi familia sí, que lo practiquen sólo dos, mi papá y yo, papi “Tranque” con sus 66 años cada sábado viaja 45 km para sumarse a su equipo de veterano en la ciudad de Villaguay es apenas un detalle. Después tenemos los amores hasta las lágrimas, como el de mi abuela “Lala” por sus cuadros San Marcial y Boca. Mi mamá, Clara, ‘resonga’ un poco porque los fines de semana no nos ve tanto a consecuencia de los partidos.
Mis hermanos, Daniela, Diego y Gabi, todos hinchas de Boca. Conmigo, además mi ahijada y sobrina, Lourdes, juega y muy bien al fútbol con nosotras en ‘Las Bohemias’. Es muy lindo tenerla al lado, muchas veces compartimos el centro de la cancha. Tengo una familia futbolera.
¿Quiénes son tus referentes en el fútbol?
Como Referente tengo algunos nombres, primero mi papá, admiro el trato con la pelota, y con pocos movimiento genera muy buen fútbol. ‘Finito’ Díaz, lo tuvimos como DT y ahí conocimos un gran amigo; del cual aprendimos mucho de fútbol. Era el DT que te mostraba, con la pelota, lo que debías hacer. Y por último a Luis y Binchi (Sosa), un complemento necesario para todo equipo, la palabra, la autoridad, el consejo, la pasión, el compromiso. Con ellos aprendimos de fútbol y de grupo. Todas estamos agradecidas de tenerlos y con muchas ganas de seguir.
El arranque de ‘Las Bohemias’, limpiando el terreno en el club Itapé.
¿En ‘Las Bohemias’, cuando arrancaste?
Con ‘Las Bohemias’ de San Marcial arrancamos en el año 2015, lo pensamos y formamos durante el año 2014. Representamos un equipo que pertenece a la Regional de Basavilbaso, así que realizamos toda la burocracia necesaria, para poder participar en la Liga de Concepción del Uruguay. De manera consecutiva, desde entonces, venimos representando a mi pueblo en torneos locales y provinciales. La familia que formamos en torno a este grupo es hermoso, siempre decimos que somos comunidad y después de casa, ese es otro lugar que habitamos, lo sentimos y necesitamos. En relación al fútbol, lo más hermoso que me pasó fue “Las bohemias de San Marcial”.
«Hay un folclore, que no lo queremos en el ámbito del femenino y es el de la violencia, en varias de sus expresiones».
¿Los clásicos con Almagro son especiales?
Son clásicos que yo, particularmente, no los disfruto, independientemente de que uno siempre quiere ganar, y que hemos pasado por todos los resultados posibles. Hay un folclore, que no lo queremos en el ámbito del femenino y es el de la violencia, en varias de sus expresiones. Por eso, si el clásico sería el planteo del juego, hermoso serían esos clásicos, pero bueno, son realidades que como sociedad creo que nunca vamos a entender. Necesitamos de tejidos, policías, etc, etc.
Si hemos vivido partidos como finales, por recordar algunas, que manejamos una adrenalina y exigencia hermosa en cuanto al juego; por ejemplo, la final contra Atlético Uruguay, donde plantearon un hermoso partido; Quedar fuera del Provincial ante la derrota sufrida por Instituto de Paraná. Que a su vez, ese encuentro nos abrió las puertas para ser invitadas a Paraná y jugar la final contra Unión de Santa Fe.
Con esto quiero decir, que cuando entendes la dinámica del juego y dejas la rivalidad en el pitazo final, después afuera, te encontrás con gente que comparte los mismos sentimientos y entablas amistades que te abren nuevas puertas.
La casaca nº 5 de Valeria sirve para festejar el quinto título de ‘Las Bohemias’ en nuestro fútbol.
¿Qué crees que falta en el fútbol local para que el femenino crezca más?
Falta gente que quiera que el fútbol femenino crezca. Y esta gente puede armar un grupo, que se plantee objetivos, que dialogue con otras ligas, que haga participar a los clubes y que no se limiten sólo a programar los partidos de cada semana.
No es fácil, no siempre tenés gente que quiera destinar su tiempo, pero creo que por ahí va el camino.
Además, es importante el escenario donde se desarrolla el espectáculo, por decirlo de alguna manera, creo que el femenino tiene el derecho de disfrutar de las mismas canchas que el masculino. Y con conocimiento de causa, muchas veces jugamos en lugares que no están en condiciones, además de que se complica el juego, pienso en algunas compañeras que sufrieron roturas de ligamento, fracturas por el mal estado del piso. En fin, necesitamos crecer, y para eso, creo que tenemos que empezar a involucrarnos. Un desafío.
¿Que haya llegado el profesionalismo te parece algo bueno?
Me parece excelente, me parece justo.
¿Que se permitan a jugadoras trans integrar un equipo es algo bueno o la diferencia física es demasiado importante?
Es algo que no se debería discutir en una mesa de delegados, si la persona, tiene su identidad legal femenina, puede participar. En relación a su juego, dependerá de su habilidad o torpeza y de la sanción del árbitro. No sé, para mi es bastante simple.
Valeria mostrando su categoría en el complejo Fútbol Fusión.
¿Nunca tuviste oportunidad de probar suerte en un equipo de Buenos Aires?
Retomé el fútbol a los 28 años, y además remontaba varias cosas de mi vida. Creo que no lo vi como una posibilidad, la vida me fue llevando por otros caminos. Mi sorpresa fue recibir, el año pasado, la invitación de Unión de Santa Fe para sumarme al equipo, donde tenían pensado jugar la copa Argentina, que se iba a inaugurar. Pero con la llegada del COVID-19 nada fue posible.
‘»Tener una cerdita de 100 kilos de mascota es todo un aprendizaje».
¿Cómo es tener un cerdito de mascota?
Un aprendizaje!! Nunca había tenido algo así, pero siempre lo quise. Y fue el regalo de cumpleaños que mi hermana Charo me hizo. “Chuna” se llama mi chanchita, tiene seis meses y está llegando a los 100 kg.
Qué decir, es como una perra más junto a Kona y Galu, siempre andan frente a la casa, recorriendo el barrio, es cariñosa, obediente y compañera. En la casa conoce los lugares cómodos para descansar, sube al sillón, a la cama, pero por la noche, duerme en su ‘puf’.
Al principio tenía un poco de miedo, por su tamaño, pero ahora, que ya pasó tiempo, que está domesticada, siempre que tenga comida, no da mayores problemas, anda, come, juega y sobre todo, amo, la expresión de felicidad que tiene en su rostro.
Cuando te vinculas emocionalmente con los animales, despiertan una faceta en nosotros que sólo quien lo vive lo entiende. Me encanta y disfruto de compartir la vida con ellos.
‘Chuna’ crece día a día y todo lo queda chico.
Algo para el final…
Sólo agradecer por el espacio, gracias porque éstas cosas ayudan al crecimiento.