Martina Boxler, junto a la uruguayense radicada en La Plata, Patricia Schmidt, disputaron los 120k de «La Misión».
Dice el slogan de la carrera que «la Misión No es una carrera…. no es un Ultra Trail…. es La Misión…. una experiencia de vida»y eso es lo que sintió Martina Boxler, la atleta uruguayense, que tuvo su sexta carrera en Villa La Angostur donde se disputó una nueva edición de esta dura carrera que se disputa entre los 80 y 200k.
Esta es una carrera donde cada competidor debe ser autosuficiente y debe abastecerse por su cuenta tanto en lo relacionado a alimentos, vestuarios y seguridad.
Además la carrera ofrece la posibilidad de elegir la distancia porque Martina estaba inscripta para correr los 160 kilómetros y como hay horarios topes de llegadas, ella y el grupo que la acompañaba decidieron terminar su prueba en los 120k.
Después de su regreso a nuestra ciudad, de que haya «bajado» de lo que fue una prueba reamente conmovedora dialogamos con la atleta quien, se emociona, al contarnos lo que fue esta prueba.
Con doble objetivo
«Estas semanas las exprimimos al máximo disfrutando juntas» nos cuenta Martina del viaje a Bariloche y luego a Villa La Angostura junto a su hija Rocío .
La participación de Martina en esta prueba tuvo doble objetivo porque, según nos cuenta, «aprovechamos estos días para irnos un tiempo a Bariloche junto a mi hija Rocío; así que estas semanas las exprimimos al máximo disfrutando juntas».
Pero el final le tenía preparada otra edición de La Misión y nos cuenta que «la verdad que dos semanas maravillosas, las pasadas con mi hija y luego una nueva edición de esta carrera, la sexta que hago». «Es una carrera muy dura, donde no hay asistencia, donde tenés que abastecerte, llevar tu bolsa de dormir, conseguir agua y si decidís abandonar tenes que hacer unos kilómetros, buscar alguna ruta y auto evacuarte» sigue diciendo Martina.
Otra uruguayense
Patricia Schmidt, abajo a la derecha de la foto, fue la otra uruguayense presente en esta prueba. Patricia es psicóloga radicada en La Plata.
«Esta vez largué sola, la edición pasada la corrí con la «Poli»Dipretora pero fue mamá hace unos días y no pudo acompañarme. Largo sóla pero nunca vas sola porque los runners son muy generosos, se unís a otros atletas y tuve el placer de conocer a una chica de acá de Concepción a la que sólo conocía de nombre. Se trata de Patricia Schmidt, Psicoanalista y Profesora en Psicología, radicada en La Plata y viste que, a mi me nace de corazón, el acompañar, dar lo mejor de mi para que los demás la pasen mejor, no sufran, que sea una buena experiencia. Así que, en la largada, las llamé y convenimos en correr juntas y llegamos juntas» nos cuenta Martina.
No me interesa la posición
Con relación a la posición final no cuenta que «no me interesa demasiado eso, creo que hicimos un día y 17 horas, pero eso no es lo importante para mí que me me interesa vivenciar lo que es el camino, lo que son las personas, apreciar la naturaleza y bien te dicen que esta no es una carrera, no, es un trial, es una experiencia de vida donde todos largan y todos llegan, como sea llegan. Más tarde, más lentos, más ràpidos. Y en esos kilómetros te encontras con gente de enorme corazón de los que aprendes mucho y seguramente ellos aprenderán de uno, es mutuo».
De 160 a 120k
«A los 40 kilómetros veníamos muy bien, mucho mejor tiempo que en la edición anterior pero después se fue complicando durante la noche; mucho frío y el cansancio mental fue ganando al grupito que veníamos juntos porque te consumía mucha energía. Antes de subir al cerro Piedritas, cerca de los 2.000 metros; ahí tratamos de dormir un rato pero no pudimos porque se nos estaba congelando la bolsa de dormir, hacía mucho frío. Entonces decidimos subir el cerro y al otro día, cerca de las 11:00, ya estábamos en Villa Traful donde se cumplieron los 80k y viendo lo que faltaba, el tiempo que había de corte, decidí bajar la distancia a los 120k. Los amigos que veníamos acompañándonos decidieron hacer lo mismo. Algunos que decidieron pasar tuvieron que abandonar antes de los 160k. Está claro que hay que ser crítico, no creérsela tanto, hay que respetar lo que el cuerpo dice, respetar a la naturaleza porque no vamos a ganarle a nadie, ni siquiera a nosotros mismos. Vamos a un proceso de aprendizaje, porque cada kilómetros que hacés te enseña a cuidarte; a cuidar tu cuerpo que te va acompañar hasta los últimos días no solamente para correr sino para vivir y estar con la gente que uno quiere. Así que se tomó la decisión y el grupito se bajó de los 160k y cerca de las 16:00 llegamos a los 120k».
Cruzás la meta y se viene todo a la cabeza
Nos cuenta Martina que «Cruzás la meta y me emociono con lo que te digo, te largás a llorar porque todo lo que pasaste es aprendizaje de vida, es volver nuevamente a la montañana, agradecer que uno lo pueda seguir haciendo y sabiendo que, en la llegada va a tener alguien que te reciba, te abrace y te dé la bienvenida. Además sentí la compañía de todos los amigos de acá que estaban pendiente de mi carrera, lo que me pone muy feliz y le agradezco de corazón con las que tenemos un cariño mutuo».