PROYECTANDO Y CONSTRUYENDO SUEÑOS

Las 100 Mi de Fiambalá y las ultramaratones, con ojos de arquitecta. (Por Betina Bonnin, deportista y divulgadora. C. del Uruguay, Entre Ríos).

El deporte es una actitud frente a la vida. Estudios demuestran que, junto con el arte, despierta pasión y sentido de identidad, cosa que no sucede al desarrollar actividades académicas. Aquellos que practicamos alguna disciplina deportiva, aunque solo sea en forma amateur, sabemos que es un activador de voluntades, sociabilización y autoestima, que a la vez nos transforma en una comunidad.
En cada vida que transcurrimos – profesional, social, relacional, etc. – generamos aprendizajes, experiencias, vivencias, emociones que contribuyen a formarnos. Pero en el cerebro toda la vida se integra, no sabe de títulos ni divisiones, todo alimenta nuestras decisiones entremezclando el temperamento. Por eso, al elegir participar en determinadas pruebas, al planificarlas y llegar a la meta se expone todo eso que, en definitiva, somos.
Para cumplir mis desafíos, sea las 100 Mi de Fiambalá o las ultramaratones, sé que cuento con lo que me brindaron todas mis vidas, todos mis roles, desde siempre. Pero también puedo elegir mirar (y valorar) las herramientas y habilidades que me ha dado mi profesión. Profesión que ocupa la mayor parte de mis horas, donde busco en forma permanente el equilibrio entre lo humanístico y lo técnico. Hoy elijo esa mirada, puedo recrear las experiencias desde esos ojos. Y sin dudas, cada uno puede hacer lo mismo desde su lugar. Veremos así, que hay muchas más cosas en común entre todos los corredores que lo que quizá pensamos. Que realicemos esta mirada también nos ayudará a identificar nuestras fortalezas, aquellas que nos permitieron, nos permiten y nos permitirán cumplir los sueños más ambiciosos.

CONSTRUYENDO FIAMBALÁ…
Todos podemos imaginar nuestra vida deportiva con forma de escalera, donde cada escalón debe ser como nos dice Cortázar: “(…) un tanto más arriba y adelante que el anterior” (“Instrucciones para subir una escalera”). Así cuenta Emanuel Ginóbili que formuló su plan estratégico que lo condujo a la fama y a la gloria.
Una búsqueda permanente de desafíos y haber subido ya suficiente cantidad de escalones me llevaron al desafío de Fiambalá, a inscribirme para correr 165 km en 4 días, por esas tierras catamarqueñas tan ricas pero tan duras, con sus desiertos y montañas. Fiambalá, ubicada en la “Ruta turística del adobe”, ese material milenario que con forma de ladrillo utilizo día a día en mis obras…y como hábitos apilo en mi vida deportiva.
En esta gran carrera, desarrollada en 4 jornadas, lo social y emocional tiene gran relevancia, las vivencias que nos brinda en esos aspectos son más potentes que las físicas, de las cuales luego nos recuperaremos. Pero lo social y emocional deja huellas imborrables a todas las almas sensibles. Huellas que afloran en la cotidianeidad, y nos retroalimentan. Huellas que identifico, y valoro de una nueva manera cada vez.
Huellas al ser equipo. Así como diariamente convivo con grupos humanos muy diferentes, los profesionales de la construcción, los especialistas y los obreros, también lo hice en esos cuatro días. Por un lado, conformamos un grupo con los 110 corredores, los que desandamos esos 171 km con un objetivo común; y por otro con los organizadores y colaboradores. Pero también fuimos equipo con los lugareños. Convivimos en sus casas de ese adobe, donde aplican sin conocer el concepto de sustentabilidad porque valoran los recursos naturales y los utilizan sin derrocharlos. Y no necesitan asistir a ningún curso para saber hacerlo. Donde nosotros estudiamos conceptos, ellos ven cobijo y calidez, fueron empáticos con nosotros seguramente sin saberlo. Dentro de estos grupos tan disímiles, interactuamos con gente de diferentes culturas, religiones, poder adquisitivo, nivel educativo. Pero pudimos, siendo comunidad y con inteligencia colectiva, ser equipo.
Huellas en el concepto de servicio. Nuestra profesión se basa en encontrar soluciones a necesidades de vida, nos enseñan a ponernos en el lugar del otro para comprenderlos y asistirlos. Como arquitectos, debemos mirar y analizar el entorno físico pero también a quien tenemos al lado. Nosotros diseñamos espacios escuchando y atendiendo al otro, los lugareños nos recibieron con generosidad escuchando y atendiéndonos.
Huellas en la manera de sentir. Nuestra necesaria capacidad de expresión, de comunicación, desarrollada frente a clientes para transmitir nuestras ideas, nos llevan a fotografiar, a escribir, a croquizar lo que vemos en una imperiosa necesidad de captarlo y plasmarlo. Con la visión y sensibilidad de arquitecta habité sus pueblos, recorrí sus ruinas, entendí su diferente concepto de confort, admiré sus soluciones constructivas. Durante toda la carrera puede mirar y ver, apreciar y valorar, conocer y aprender. Y entender que los contrastes entre el espacio artificial y la grandiosidad de la naturaleza son partes indispensables del equilibrio.

BASADOS EN EL PROYECTO PREVIO.
Pero todos los deportistas saben que para poder cumplir la meta de 100 Mi (o de cualquier ultramaratón, o de cualquier prueba atlética) y poder disfrutar de lo social y colmarnos en lo emocional, antes hubo mucho trabajo y esfuerzo mental, racional y técnico. Allí, si usamos esa mirada racional de nuestra cotidianeidad que puede costarnos, sin dudas volveremos a encontrar a nuestra rutina laboral conformando un todo con nuestra rutina deportiva.
Para planificar esta carrera, como lo hago en mi oficina, debí medir, calcular, contar. Pero ahora medía altimetrías, calculaba calorías, contaba geles y mudas de ropa.
El proyecto tenía que permitirme construir esta obra exitosamente: el objetivo de este sueño era llegar a la meta sin lesiones. Proyectar el entrenamiento en la imaginación es muy importante, supone la visualización de las situaciones por las que atravesaremos. Esa imaginación que diariamente ocupamos para crear nuestras obras.
Llegar a la meta significaba gestionar correcta y equilibradamente los aspectos físicos, técnicos, tácticos y psicológicos que enuncia Joaquín Valdés, psicólogo deportivo del Barça, como la “Teoría del rendimiento”. Cuatro aspectos que, en sus palabras, se aplican y pueden entrenarse para cualquier actividad que desarrollemos.
En el transcurso de la obra, la demanda de los recursos es permanente. Y en la carrera la demanda física es importante, el esfuerzo exigente y constante.

Un proyecto y una construcción arquitectónica requieren permanente toma de decisiones. En estas carreras de larga distancia, cuando se corre tanto tiempo y hay tantos imprevistos, también son una constante. Por ello se necesita madurez: las tentaciones, los miedos, temores, sentimientos de vacío, soledad no se superan con el físico, se superan con decisiones acertadas por haber entrenado la cabeza, la actitud, el control de las emociones. También es necesaria la flexibilidad, la que nos permita reformular el proyecto del plan de carrera en caso de ser necesario.
PARA PROYECTAR Y CONSTRUIR A DIARIO NUESTRA CARRERA DEPORTIVA…
Al examinar lo ideado y desarrollado para una carrera o una determinada distancia, puedo también valorar el crear y el hacer de la vida deportiva toda. Para esta mirada evaluativa y valorativa, vuelvo a mi cotidianidad.
En mi vida profesional de Arquitecta el Proyecto es fundamental. De la misma manera sucede en mi carrera deportiva. La planificación me dá libertad y tranquilidad, me permite enfocarme en los resultados controlando el crecimiento de nuestro edificio, nos muestra el avance. Con base en eso, entendí que la habilidad fundamental, necesaria, invalorable que me brindaba mi profesión es la creatividad. Cualidad que me permitirá lograr transformar lo imposible en posible. Inventar, imaginar serían las claves.
Como en las obras, cada etapa de un sueño deportivo se construye conformando un equipo interdisciplinario. Pero aquí no son colegas, ingenieros, instaladores, empleados públicos, obreros sino entrenadores, nutricionistas, preparadores físicos.
Entendí que la gestión es básica para muchos aspectos. Gestiono recursos financieros: así como a mis clientes se les acaban los fondos y tienen que recurrir a préstamos y créditos, yo debí recurrir a mis sponsors. Gestiono tiempo: un proyecto arquitectónico siempre incluye cronogramas de diferentes tipos y yo también diariamente debo gestionarlo: organizarme para conseguir tiempo y tener tiempo para organizarme. Una vez que obtengo los recursos, debo gestionar su uso y potenciar su rendimiento.
Dentro del esquema del proyecto arquitectónico y deportivo, valoro su adaptabilidad, esa que en las obras me permite superar imprevistos climático, financieros, etc. En la vida deportiva lesiones y cambios de objetivos, son ejemplos.
La estructura de un edificio es la que garantiza su fortaleza. Lo mismo sucede en la vida deportiva. La estructura deportiva la constituyen los objetivos pero sobre todo los valores personales: el compromiso, la disciplina, la persistencia y el orden.
Para el correcto uso de los materiales en obra debemos conocerlos, saber su rendimiento. Esto también ocurre con nuestro cuerpo, al que debemos cuidar para evitar lesiones.
El avance tecnológico en sistemas constructivos y de materiales nos obliga a la capacitación permanente. También en el deporte debemos crecer tanto en conocimiento de materiales como de recursos mentales asistiendo a seminarios, cursos, charlas y lectura de materiales actualizados.
En mi carrera deportiva comprendí que como en las obras hay tiempos, procesos, progresiones que deben respetarse, un orden a seguir, porque como dice la canción, “no se puede construir la casa por el tejado”. Este respeto requiere paciencia. Estos tiempos, estos procesos son los que deben planificarse para ir controlando su cumplimiento.
Al proyectar tomamos decisiones, renunciamos, elegimos, descartamos, evaluamos, rechazamos. En cada una de ellas debemos ser coherentes, para no perder de vista el sueño, las metas a corto y largo plazo. Proyectar cada paso permite valorar cada logro, la alegría de cumplir lo imaginado. …SEAMOS DEPORTISTAS INTELIGENTES.
Marcial Pérez enuncia 8 factores esenciales para construir Talento. Los primeros son encontrar la pasión y el propósito (saber y sentir lo que se hace) para luego incorporar aprendizajes. Dijimos al comienzo que compartimos la pasión y el propósito del deporte amateur, sin dudas esto nos hace comunidad con un mismo círculo virtuoso. Y con esa potente luz común, podemos ver y entender cuan valiosa es nuestra realidad para crecer. Un deportista inteligente podrá captar de ella enseñanzas, herramientas, hábitos, saberes que le permitan plantear y cumplir sus metas deportivas más elevadas.

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