LA MAYORÍA DE ESTA GENTE NO MERECÍA ESE FINAL

La final del Clausura se jugó a cancha llena, con dos equipos que se brindaron con todo para un muy buen partido. Al final todo se arruinó.

¿Qué el fútbol nuestro de todos los días no convoca, que está muerto? Si alguien alguna vez lo dijo tendrá que retractarse tras lo vivido en la noche del domingo en el estadio «Simón Luciano Plazaola» donde Atlético Uruguay y Rivadavia jugaron un gran partido; con mucha intensidad; con las limitaciones propias con que se cuenta pero sin mezquinar nada a la hora de la entrega. Y así brindaron 90 minutos plenos de emoción en una serie final que parecía irse a los penales pero que se definió por detalles. Porque cuando parecía que todo estaba controlado, se durmió Rivadavia con la pelota en la mitad de la cancha, se la birlaron para que llegue un gran gol de Agustín D´Angelo.
Los pocos minutos que restaban mostraron a un equipo visitante buscando desesperadamente el arco rival pero no pudo llegar al empate y el pitazo final de Gustavo Pérez desató el festejo Decano y la tristeza de los jugadores de los hermanos Brisolesi.

Lo que ocurrió después empañó todo porque unos pocos volvieron a arruinarle la fiesta a muchos y la mayoría de la gente que se muestran en estas imágenes no merecía ese final. Pero así somos, no podemos festejar una alegría sin herir al perdedor, sin ver el ejemplo que daban algunos jugadores de Atlético que prefirieron ir a consolar a los derrotados antes que festejar. Ahora se piden sanciones para todos, pero la fiesta ya está arruinada y esos pocos que lo lograron, lo volverán hacer sin importarle nada del resto.

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